El combate y la salud se unen en el tai chi, arte marcial muy
difundido en nuestro medio. Sin embargo, Juan Vásquez, campeón y maestro
reconocido internacionalmente, hace algunas precisiones.
Él dirige la Asociación Latinoamericana de Tai Chi Chuan Estilo Chen (www.taichienperuylatinoamerica.com).
Desde que estaba en el colegio tuve mucho interés por la cultura
oriental. Mi abuela materna tenía gran fuerza espiritual. Y mi abuelo era masón.
Decían que yo tenía gran intuición. Cuando tenía 12 años fue a Trujillo un gurú
a enseñar yoga y yo lo fui a ver. Él hablaba del cuerpo espiritual y eso me
quedó, porque me di cuenta de que en nuestra cultura no trabajamos esa faceta
de la vida", recuerda Juan Vásquez. Se interesó por las artes marciales.
Comencé a practicar yoga, como autodidacta, luego con un maestro. Entré al
jujitsu y al karate. Recuerdo que participé en el primer campeonato nacional de
karate, en el 71. Ahí estaban Guayo Salas y otras leyendas. ¿Conoció el Lejano
Oriente? Una vez que entré a la universidad seguí con el karate, pero conocí al
maestro Lao, que practicaba tai chi. A diferencia del karate, esto era un
asunto de total concentración mental y espiritual, de desarrollo de la fuerza
interna. Él decía que la fuerza física tiene un límite, pero que la fuerza del
espíritu, del amor, es ilimitada. Así que me planteé viajar al extranjero.
Estudié japonés para postular a una beca en Japón y fui en el 77. No era común
querer ir a Japón. No. Pero de alguna manera intuí que esa economía iba a
crecer mucho. Y no me equivoqué. Pasé cuatro años allá y, después, cuando ya
trabajaba para el grupo Panasonic, dos años más. Al Japón iban los grandes
maestros de las artes marciales de la China. Conocí a grandes empresarios y a
grandes maestros de judo, aikido, kendo, etc. Vi el Japón verdadero. Uno asocia
las artes marciales con repartir golpes y patadas, pero esta se ve diferente.
Hay leyendas que dicen que el tai chi chuan fue creado por un monje que vivió
150 años, pero los datos históricos apuntan a los años 1,600, cuando Chen Wang
Ting, general de la dinastía Ming, sistematizó todas las artes marciales de la
época y las fusionó con la medicina tradicional, como la acupuntura y diversas
técnicas de meditación, de masajes, etc. Él decía que la persona debía
fortalecer primero su energía interior y, luego, el cuerpo. ¿A qué se refiere?
Veamos a Pelé, el más grande futbolista. Hoy no podría jugar 90 minutos. En
cambio, en China, un maestro de 70 años es temible. Difícilmente el campeón
mundial de karate podría llegar a tocarlo. Pensemos en Muhamad Alí o en Tyson.
Están acabados. Allá se dice que, para un maestro de tai chi, la juventud
empieza recién a los 60 años. ¿Cómo se especializó en tai chi? Cuando yo tenía
24 años, quise llevar un curso para practicar el estilo chen del tai chi. Pero
el maestro me dijo que ya estaba muy viejo para practicar. Yo le dije que era
cinturón negro en karate, que practicaba judo, aikido, etc. Como era extranjero
y por recomendaciones, me tomaron bajo mi riesgo y cuenta. En una práctica,
asumí una posición bien baja y no pude evitar ponerme a temblar. Él me dijo si
no puedes ni con tu alma.... Allá empiezan a practicar el tai chi a los seis
años. Si aquí se hiciera eso, no habría tanta falta de inteligencia emocional,
tanta inseguridad, tanta falta de carácter. ¿En qué consiste el estilo chen? Se
trata de fortalecer la energía vital del ser humano. Por nuestro cuerpo pasan
meridianos de energía. Eso buscan los acupunturistas para usar las agujas. Pero
en el tai chi no se usa agujas, se usa movimientos que, al comienzo, son lentos
y, luego, dinámicos. Eso, combinado con la meditación, produce, entre otras
cosas, buena irrigación sanguínea, lo cual agiliza las funciones mentales en
personas de todas las edades. Esto se practica solo, ¿no? Sí. Hay técnicas de
defensa personal que se llaman empuje de manos, que se practican de manera
amigable, sin hacerse daño ni estresarse. Pero, como uno fortalece la mente,
puede aplicarlas cuando lo necesita. A una señora que practica conmigo, hace
poco, un ladrón quiso arrancharle el monedero y ella aplicó los principios del
tai chi. Ante el ataque, cedió y el atacante se fue al piso. Y ella, sin
proponérselo, mostró un aplomo tal que él salió disparado. Ella tiene más de 50
años. Uno ve a muchas personas en los parques haciendo tai chi. Es un fenómeno
este de los parques. Lamentablemente se ha transmitido una idea equivocada del
tai chi. Algunos de estos maestros dicen que el tai chi es una dancita
suavecita para ancianitos. Y no es eso. Eso es una danza mal copiada que no
tiene base en la medicina china. El tai chi tiene ejercicios que funcionan para
combatir el estrés, para ayudar a las articulaciones -rehabilitación de
artritis, por ejemplo- o para el estómago, lo cual se logra moviendo los
meridianos del cuerpo, pero eso requiere una lógica rigurosa. ¿Se trabaja la
fuerza? El tai chi tiene dos partes: el ying y el yang. Para desarrollar la
máxima velocidad, hay que desarrollar la mayor lentitud. Para desarrollar la
explosión más poderosa, hay que desarrollar la máxima relajación. En el proceso
-de años- de entrenamiento, uno usa la fuerza muscular. ¿Ha usado el tai chi
para defenderse? Sí. Recuerdo que una vez tuve que lidiar con un maestro de
karate de Okinawa. Y los japoneses, cuando pelean, pelean. Yo sabía que, si
recibía un solo golpe, iba a salir lesionado. Yo tenía cinco años de práctica
diaria de tai chi y apliqué esos principios. No lo vencí, pero él no me tocó.
Usted ha conocido grandes maestros y monjes. ¿Les ha visto capacidades,
digamos, sobrenaturales? He estado en el templo de Shaolín varias veces. Y he
visto a los monjes romper piedras con un dedo o de un cabezazo; también he
visto cómo una lanza o un cuchillo no los atraviesan. En el 77, recuerdo que vi
a dos maestros de tai chi que, cuando hacían la danza, generaban una especie de
campo electromagnético. Si uno estaba cerca, se le erizaban los pelos -como
cuando uno pasa cerca de la pantalla de un televisor-. A un amigo japonés se le
salían las lágrimas. Uno sentía una emoción increíble.
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